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Natalicio del Dr. Alfonso L. Aguilar Ruilova
Fundador de la ULVR

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Con el objetivo de recordar el natalicio del Dr. Alfonso Leonidas Aguilar Ruilova (5 de marzo de 1914), fundador de la ULVR, compartimos con la comunidad laica las sabias enseñanzas que nos dejó, que encierran su pensamiento filosófico, y que fueron para él una forma de vida. 

En todo accionar se manifiesta su ideal humanista como una reafirmación de entender las circunstancias que le tocó vivir. Esa experiencia personal se vincula con la obra educativa posterior, además que le permite su desarrollo como profesor y matemático. Este humanismo fue enriquecido por valores educativos, actitudes y normas positivas. Quiso siempre que el trabajador estudiara una carrera no solo para obtener un título sino para el hoy, que es el único pasado y futuro: en educación es mejor mirar el presente por ser la síntesis de lo que fue y quizás será.

 

En su carrera docente creó espacios de discusión y consenso sobre situaciones reales de la vida, con el fin de vincular al proceso educativo con sus protagonistas y su entorno. En todas sus intervenciones no dejaba de lado el reconocimiento de sus maestros doctos como los llamara en razón de que no se limitaron a transmitir sus conocimientos, sino a comunicar un método y forjar su personalidad, y los mantuvo presentes como forjadores de su rol de educador imponiendo sus nombres a cada una de las unidades educativas que creara.

 

Consideraba al ser humano en su totalidad, no solo como objeto posible de instruirse, como sujeto adiestrable para cumplir ciertas tareas o exclusivamente como elemento transparente al mercado y sus leyes. La Educación poseía para él, la categoría de soporte destinado a edificar desde allí la estructura que toleraría a ese ser humano durante su vida. Y eso involucra un aporte holista. También lo aplicó en el ámbito administrativo, a través de tertulias luego de finalizar la jornada de trabajo y en reuniones sociales, circunstancias en las que, señalaba, siempre había algo que aprender y que compartir.

 

Desde la Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil proclamó la libertad individual y de conciencia, la tolerancia y el respeto por la dignidad humana; concebía que la educación debiera caracterizarse por el respeto y la libertad en cuanto a las diferentes creencias religiosas y las doctrinas políticas que pudieran tener los integrantes de la institución educativa a la que pertenecían, lo cual aseguraba en gran parte el éxito de la enseñanza.

 

Educador desde edades tempranas, esencialmente era un humanista. Un hombre que miraba a la sociedad de su tiempo con la razón abierta y manifestando un profundo respeto por la ciencia. Un hombre que aceptaba los desafíos del momento que le tocó vivir, pero con la suficiente sabiduría como para vislumbrar que lo que él ayudaba a construir debía, permanecer en el tiempo.

 

Su forma de vivir la docencia y el quehacer educativo tiene muchos contactos con el pensamiento de Paulo Freire, quien describe a la educación como el llegar a ser críticamente consciente de la realidad personal, de tal forma que se logre actuar eficazmente sobre ella y sobre el mundo.

 

La Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil, vino a cumplir con un papel fundamental: dirigir la educación ecuatoriana con un sentido de nacionalidad y necesidad, descubriendo las propias necesidades y condiciones específicas.

 

Para el Dr. Aguilar Ruilova era importante desarrollar y capacitar a los estudiantes con destrezas para el ejercicio profesional, que les permitiera alcanzar un aprendizaje significativo donde sea capaz de aprender tanto a utilizar procedimientos, como a discernir cuándo utilizarlos y por qué; sostenía que la eficacia de esas habilidades y su utilidad eran indudables para el proceso del aprendizaje en todos sus niveles.

 

Adoptaba la concepción constructivista que es la que propone hacer frente a la diversidad mediante la utilización de métodos de enseñanza diferentes, en función de las características individuales de los estudiantes; propuso métodos de enseñanza acordes a las exigencias de la necesidad de partir del nivel inicial del estudiante, de sus conocimientos previos.

 

Compartía el criterio de José Martí, repitiendo “la educación comienza en la cuna y termina en la tumba”, y señalaba: “por eso la educación requiere siempre de una revisión, de un constante volver a aprender”, ideales pedagógicos que tienen vigencia plena en el siglo XXI, y que son la base del progreso y desarrollo del Centro Educativo Miraflores y de la ULVR.

 

Exigía de educandos y colaboradores que se estudie y que se trabaje con esfuerzo y tesón para servir a los demás y así poder cumplir con el mandato del patrono Vicente Rocafuerte, del cual rescató dos premisas básicas:

 

La instrucción de las masas, afianza la libertad y destruye la esclavitud”, y, “Para destruir la esclavitud del hombre sometido por su ignorancia, a vivir en la oscuridad de sus temores, de sus creencias, de sus ineptitudes, sólo hay: la educación que le da la libertad para llegar a ser un hombre”.

 

Como directivo, exigía de sus docentes y colaboradores (como los llamaba), el empleo de métodos más racionales para obtener el mejor aprendizaje sin acumulación memorística de lo que poco o nada le serviría a los estudiantes para sus vidas. Se mantenía actualizado sobre las tendencias mundiales en el ámbito educativo y ponía en práctica sistemas experimentados en países con mayor adelanto educativo.

 

Sobre el docente opinaba que “ninguna otra obra como la de educar le da al ser más satisfacción, más entereza para seguir viviendo, porque se va constatando a diario la labor efectiva que ejercen quienes están a su cuidado o para recibir sus enseñanzas y, quiero decir que después de corto tiempo, en el transcurso de cada año lectivo, debe valorarse qué es lo que se ha conseguido de aquellos que fueron puestos bajo su responsabilidad.”

 

Siempre se preocupó por capacitar pedagógicamente a los maestros, no solo de prepararlos de mejor manera sino que era fundamental definir el rol social del profesor el que, no solo debía tener clara su función, conocimientos y manera de impartirlos, sino un lugar definido y respetado en la sociedad. Con esta forma de pensar, aseguraba no solo la presencia de miles de profesionales que necesita la sociedad, sino que garantizaba la presencia de personalidades plenas, profundamente humanas, dignas de asumir los roles que les sean conferidos en el futuro.

 

Para Alfonso L. Aguilar Ruilova, el periodismo, al dar información, opiniones, sugerencias, abre posibilidades de optar por actitudes o comportamientos del hombre frente a determinadas situaciones, al mismo tiempo que lo ayuda a situarse en el grupo y en el mundo. Consideraba que una de las funciones del periodismo era la orientación de la opinión, que en definitiva ayuda al hombre a situarse en su medio, llevándolo al conocimiento de una realidad objetiva, que es también una de las funciones del hecho educativo.

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Extracto tomado del libro "Dr. Alfonso Aguilar Ruilova. Pedagogía y Acción. Una aproximación a su biografía profesional", del Ing. Com. J. Alfredo Aguilar Álava, Mgtr.

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