La Educación Comunitaria, una necesidad de primer orden en Latinoamérica
Por: LUIS ALBERTO MANZANO DÍAZ
América Latina es una región marcada por la desigualdad, el crecimiento de la pobreza, la discriminación, la falta de oportunidades y la exclusión de las grandes mayorías, aspectos que persisten a pesar de los esfuerzos de instituciones internacionales y los gobiernos, no existe conciencia en la región sobre la necesidad de educar para el mejoramiento de la sociedad.
Se ha definido que la Educación Comunitaria es una forma de educación que se realiza desde las organizaciones de la sociedad que no son instituciones educativas, es decir, la escuela cumple un importante papel en este orden, pero son las organizaciones de la sociedad las que actúan estratégicamente sobre los conocimientos, las capacidades, las actitudes y los valores de las personas colocando al sujeto en escenarios reales donde la búsqueda de soluciones adecuadas a los problemas comunitarios resulta verdaderamente difícil.
La educación comunitaria es el terreno más fértil para renovar la educación nacional en la región, sin embargo, no se percibe una política pública educativa que muestre el horizonte para incorporarla, promoverla, reconocerla y valorarla en función de la transformación necesaria para el crecimiento de los sujetos en las comunidades, lo que constituye un desafío para las instituciones y gobiernos de la región.
El objetivo de la Educación Comunitaria se centra en la formación integral del ser humano, además de contribuir a la construcción y ejercicio pleno de la ciudadanía, promoviendo el protagonismo de la persona en su entorno, además este tipo de educación proporciona un acercamiento del sujeto a su realidad objetiva, para -desde la transformación- crear nuevos estilos de vida que los hagan crecer en valores para el beneficio de la comunidad y por tanto de la sociedad.
Las instituciones sociales en este contexto son un eje central para promover ofertas académicas novedosas en correspondencia con las necesidades comunitarias y teniendo en cuenta la diversidad de culturas que coexisten en la región, en este orden se propone crear grupos de trabajo comunitario para hacer un levantamiento de las necesidades por cada territorio. Es indispensable la participación de las instituciones educativas en general para desde la base establecer programas concretos que tributen a la satisfacción de las necesidades identificadas y a la formación de un ser humano capaz de transformar la realidad comunitaria en beneficio de todos.
Para cumplir con este precepto es necesario un espacio de diálogo entre la academia y las instituciones sociales donde se evalúen periódicamente los programas de formación que se propongan según las necesidades de los territorios. Este diálogo exige destacar la riqueza de la convivencia con quienes son diferentes a nosotros; algo que está relacionado con la teoría de aprendizaje de los individuos, los que están llenos de dudas y precisan de la reflexión y del debate con los demás.
La educación comunitaria es el motor para impulsar al ser social a intervenir en los procesos reales, pero en esta intervención queda sin efecto el ser contemplativo, y se pasa directamente a la acción concreta sobre la realidad para transformarla para el beneficio de la colectividad.
Luis Alberto Manzano Díaz
Licenciado en la especialidad de Física y Astronomía
Máster en Gestión de los Recursos Humanos
Docente de la Facultad de Educación.